Si la convivencia entre dos o más personas que han gozado de crecimientos matizados por ser amorosos y armónicos, en algunos casos resulta tensa y con rasgos de violencia, qué no decir de aquellos que han crecido en ambientes que los conducen a habitar la calle y sus peligros (cabe reconocer las expresiones de cariño entre estos). De ahí que los educadores necesitan estar atentos a las formas cómo evolucionan las relaciones entre quienes se vinculan al Instituto, pero de manera especial al trato entregado por aquellos hacia estos. Es decir, las formas como los NNAJ perciben que son tratados por sus educadores se constituirá en un interrogante vital para quienes han crecido en las dinámicas callejeras. Si son maltratados por sus educadores reafirmarán sus referentes para relacionarse con los demás, pero si por el contrario experimentan cariño, respeto… sus aprendizajes previos resultarán cuestionados.
Como todo nuevo aprendizaje requiere tiempo. Pero cada nuevo encuentro que a los NNAJ les resulte acogedor, con los educadores y explícitamente (3) presentarles, aunque de manera muy informal, la propuesta pedagógica del IDIPRON para ellos.
En los internados, externados, como en los territorios se pretende que los educadores establezcan una relación cada vez más profunda con los NNAJ, lo cual implica conocer sus intereses, habilidades y dificultades con las que han sobrevivido a la calle y sus peligros, obtener una mejor caracterización de cada uno de ellos/as y darles a conocer de manera más explícita la propuesta del Instituto. En últimas, los educadores tienen una noción más clara de quiénes son ellos/as, se dan a conocer mejor y el IDIPRON será presentado como una de las posibilidades que tienen para superar la problemática.
Vale recordar que en esta etapa, como durante todo el proceso, tiene como objetivo generar mayores niveles de confianza entre ellos mismos y con sus educadores, con el fin de conocer mejor por qué la calle y sus peligros les resulta tan atractiva al punto de habitarla, y cómo a partir de lo encontrado trazarse caminos que les permitan dejar de frecuentarla como lo venían haciendo.
Dentro del proceso se motivará a los NNAJ a vincularse a la siguiente etapa, pues la decisión de continuar o no es exclusivamente de ellos. Aquí se expresa una manifestación de los principios fundamentales de la apuesta pedagógica del IDIPRON, que consiste en el ejercicio de la libertad, pues como ya fue expresado, entendemos que educarse exige actuar libremente en el contexto concreto. De ahí que el tiempo para esta etapa depende en gran medida de la decisión de ellos. Más aún, tienen la posibilidad de reiniciar las veces que lo deseen. Igualmente, la decisión de poder avanzar involucra la evaluación 360 grados (evaluación individual, de pares y de educadores) que indicará si el/la NNAJ se encuentra en condiciones para acceder a la siguiente etapa.
Si la convivencia entre dos o más personas que han gozado de crecimientos matizados por ser amorosos y armónicos, en algunos casos resulta tensa y con rasgos de violencia, qué no decir de aquellos que han crecido en ambientes que los conducen a habitar la calle y sus peligros (cabe reconocer las expresiones de cariño entre estos). De ahí que los educadores necesitan estar atentos a las formas cómo evolucionan las relaciones entre quienes se vinculan al Instituto, pero de manera especial al trato entregado por aquellos hacia estos. Es decir, las formas como los NNAJ perciben que son tratados por sus educadores se constituirá en un interrogante vital para quienes han crecido en las dinámicas callejeras. Si son maltratados por sus educadores reafirmarán sus referentes para relacionarse con los demás, pero si por el contrario experimentan cariño, respeto… sus aprendizajes previos resultarán cuestionados.
Como todo nuevo aprendizaje requiere tiempo. Pero cada nuevo encuentro que a los NNAJ les resulte acogedor, con los educadores y explícitamente (3) presentarles, aunque de manera muy informal, la propuesta pedagógica del IDIPRON para ellos.
En los internados, externados, como en los territorios se pretende que los educadores establezcan una relación cada vez más profunda con los NNAJ, lo cual implica conocer sus intereses, habilidades y dificultades con las que han sobrevivido a la calle y sus peligros, obtener una mejor caracterización de cada uno de ellos/as y darles a conocer de manera más explícita la propuesta del Instituto. En últimas, los educadores tienen una noción más clara de quiénes son ellos/as, se dan a conocer mejor y el IDIPRON será presentado como una de las posibilidades que tienen para superar la problemática.
Vale recordar que en esta etapa, como durante todo el proceso, tiene como objetivo generar mayores niveles de confianza entre ellos mismos y con sus educadores, con el fin de conocer mejor por qué la calle y sus peligros les resulta tan atractiva al punto de habitarla, y cómo a partir de lo encontrado trazarse caminos que les permitan dejar de frecuentarla como lo venían haciendo.
Dentro del proceso se motivará a los NNAJ a vincularse a la siguiente etapa, pues la decisión de continuar o no es exclusivamente de ellos. Aquí se expresa una manifestación de los principios fundamentales de la apuesta pedagógica del IDIPRON, que consiste en el ejercicio de la libertad, pues como ya fue expresado, entendemos que educarse exige actuar libremente en el contexto concreto. De ahí que el tiempo para esta etapa depende en gran medida de la decisión de ellos. Más aún, tienen la posibilidad de reiniciar las veces que lo deseen. Igualmente, la decisión de poder avanzar involucra la evaluación 360 grados (evaluación individual, de pares y de educadores) que indicará si el/la NNAJ se encuentra en condiciones para acceder a la siguiente etapa.
Si la convivencia entre dos o más personas que han gozado de crecimientos matizados por ser amorosos y armónicos, en algunos casos resulta tensa y con rasgos de violencia, qué no decir de aquellos que han crecido en ambientes que los conducen a habitar la calle y sus peligros (cabe reconocer las expresiones de cariño entre estos). De ahí que los educadores necesitan estar atentos a las formas cómo evolucionan las relaciones entre quienes se vinculan al Instituto, pero de manera especial al trato entregado por aquellos hacia estos. Es decir, las formas como los NNAJ perciben que son tratados por sus educadores se constituirá en un interrogante vital para quienes han crecido en las dinámicas callejeras. Si son maltratados por sus educadores reafirmarán sus referentes para relacionarse con los demás, pero si por el contrario experimentan cariño, respeto… sus aprendizajes previos resultarán cuestionados.
Como todo nuevo aprendizaje requiere tiempo. Pero cada nuevo encuentro que a los NNAJ les resulte acogedor, con los educadores y explícitamente (3) presentarles, aunque de manera muy informal, la propuesta pedagógica del IDIPRON para ellos.
En los internados, externados, como en los territorios se pretende que los educadores establezcan una relación cada vez más profunda con los NNAJ, lo cual implica conocer sus intereses, habilidades y dificultades con las que han sobrevivido a la calle y sus peligros, obtener una mejor caracterización de cada uno de ellos/as y darles a conocer de manera más explícita la propuesta del Instituto. En últimas, los educadores tienen una noción más clara de quiénes son ellos/as, se dan a conocer mejor y el IDIPRON será presentado como una de las posibilidades que tienen para superar la problemática.
Vale recordar que en esta etapa, como durante todo el proceso, tiene como objetivo generar mayores niveles de confianza entre ellos mismos y con sus educadores, con el fin de conocer mejor por qué la calle y sus peligros les resulta tan atractiva al punto de habitarla, y cómo a partir de lo encontrado trazarse caminos que les permitan dejar de frecuentarla como lo venían haciendo.
Dentro del proceso se motivará a los NNAJ a vincularse a la siguiente etapa, pues la decisión de continuar o no es exclusivamente de ellos. Aquí se expresa una manifestación de los principios fundamentales de la apuesta pedagógica del IDIPRON, que consiste en el ejercicio de la libertad, pues como ya fue expresado, entendemos que educarse exige actuar libremente en el contexto concreto. De ahí que el tiempo para esta etapa depende en gran medida de la decisión de ellos. Más aún, tienen la posibilidad de reiniciar las veces que lo deseen. Igualmente, la decisión de poder avanzar involucra la evaluación 360 grados (evaluación individual, de pares y de educadores) que indicará si el/la NNAJ se encuentra en condiciones para acceder a la siguiente etapa.
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