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Beneficiarios del IDIPRON plantaron 5.000 árboles en cerros orientales de Bogotá
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Noticias Idipron
10 de junio de 2019
A tres días de celebrarse el Día Mundial del Medio Ambiente, 401 jóvenes del Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (IDIPRON), se ‘regaron’ en el Centro de Restauración Ambiental de los Cerros Orientales –CERESA, para plantar 5.000 árboles de especies nativas que buscan devolverle a la ‘Pacha Mama’ la vida y mejorar el aire que se respira en Bogotá.
El proyecto ambiental es liderado por la Secretaría Distrital del Ambiente, el IDIPRON y la Alcaldía Local de San Cristóbal, donde está situada la Serranía del Zuque, sector donde se llevó a cabo la Plantatón. El objetivo del convenio, que inició en 2018, es la construcción del segundo vivero más grande de Bogotá, con una producción anual de 100.000 plántulas nativas, con el fin de reemplazar el retamo espinoso y liso invasivo en 80 hectáreas de los cerros, desde Usaquén hasta Usme.
Todos los días, los jóvenes del IDIPRON suben al cerro para hacer labores de poda, siembra y atender el vivero.
“CERESA funciona en una Unidad del IDIPRON para proteger los cerros de Bogotá. Durante muchos años, el retamo invadió los cerros orientales generando una grave problemática ambiental que se aprecia más en verano, cuando muchos de estos árboles se prenden como si fueran paja seca, porque son muy combustibles y originan incendios forestales”, explicó el director del IDIPRON, Wilfredo Grajales Rosas.
La Plantatón contó con la presencia de la Policía Ambiental, guardianes ambientales de Bogotá, funcionarios de la Secretaría Distrital del Ambiente, educadores, ingenieros y funcionarios del IDIPRON. Muchos subieron el cerro acompañados por sus hijos y mascotas.
Cultura ambiental
Para Wilfredo Grajales, el ejercicio de CERESA es gratificante porque se están formando cuidadores de los cerros de Bogotá. La experiencia ha sido muy buena, y próximamente se espera ampliar a 800 los chicos del IDIPRON en el convenio.
“Esta actividad va volviendo a los muchachos apasionados por lo ecológico; pasan en los cerros podando árboles, limpiando las malezas y con ello cuidan el medio ambiente. Ese es el ejercicio mayor. Si los bogotanos logramos adquirir conciencia ecológica y crear cultura ambiental, tomaremos las medidas necesarias para proteger los cerros y dar a esta urbe un buen aire”, sentenció el directivo.
Corresponsabilidad
La estrategia que brinda el IDIPRON a los beneficiarios es conseguir este tipo de convenios para lograr unos recursos y poderles dar un apoyo.
“Ellos vienen dos o tres días a la semana y los otros días estudian en nuestras unidades o eligen formarse en talleres; otros hacen su proceso sicosocial o resuelven problemas sociolegales de documentos, y reciben un estímulo de corresponsabilidad por lo que están haciendo. Cada mes se les entregan unos recursos para el transporte y la alimentación; si necesitan un techo, también se les brinda. Se busca que ellos puedan estar tranquilos en su proceso de recuperación y brindarles una oportunidad para que se integren a la sociedad como personas de bien y productivas”, explicó Grajales Rosas.
Y agregó que el IDIPRON quiere que estos jóvenes “sean buenos padres de familia, que puedan cuidar a sus hijos, porque muchos ya son padres o madres de familia y puedan vincularse luego laboralmente”.
En, resumen, afirmó el director, “los convenios del IDIPRON permiten que, de manera concreta, los muchachos puedan resolver su día a día, ayuden a su mamá y sean útiles a la sociedad. Por supuesto, que la deben luchar, y para lograrlo tenemos a un equipo de educadores que, para mí, son un ‘milagro del amor’. Puedo afirmar que queremos a estos muchachos como nuestros hijos y hacemos lo necesario para sacarlos adelante”, aseveró Wilfredo Grajales.
Finalmente recordó que “Bogotá hace su mejor ejercicio con el IDIPRON, al permitir que exista este tipo de estrategia para muchachos que han estado en calle o están en riesgo o se encuentran en situación vulnerables”.
Un beneficiario
Wilson Parada Narváez empezó en el convenio el 15 de enero de 2018.
“Me alegra que desde que iniciamos solo 84 compañeros hayan aumentado a 401. Hoy estamos acá sembrando vida para que los bogotanos respiren mejor. Este convenio es un apoyo para nosotros, los jóvenes que hemos caído en malos pasos, en las drogas y el IDIPRON está ahí para apoyarnos. También es para concientizar a los niños, jóvenes y adultos, de que sembrar un árbol genera un mejor ambiente para todos”.
A tres días de celebrarse el Día Mundial del Medio Ambiente, 401 jóvenes del Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (IDIPRON), se ‘regaron’ en el Centro de Restauración Ambiental de los Cerros Orientales –CERESA, para plantar 5.000 árboles de especies nativas que buscan devolverle a la ‘Pacha Mama’ la vida y mejorar el aire que se respira en Bogotá.
El proyecto ambiental es liderado por la Secretaría Distrital del Ambiente, el IDIPRON y la Alcaldía Local de San Cristóbal, donde está situada la Serranía del Zuque, sector donde se llevó a cabo la Plantatón. El objetivo del convenio, que inició en 2018, es la construcción del segundo vivero más grande de Bogotá, con una producción anual de 100.000 plántulas nativas, con el fin de reemplazar el retamo espinoso y liso invasivo en 80 hectáreas de los cerros, desde Usaquén hasta Usme.
Todos los días, los jóvenes del IDIPRON suben al cerro para hacer labores de poda, siembra y atender el vivero.
“CERESA funciona en una Unidad del IDIPRON para proteger los cerros de Bogotá. Durante muchos años, el retamo invadió los cerros orientales generando una grave problemática ambiental que se aprecia más en verano, cuando muchos de estos árboles se prenden como si fueran paja seca, porque son muy combustibles y originan incendios forestales”, explicó el director del IDIPRON, Wilfredo Grajales Rosas.
La Plantatón contó con la presencia de la Policía Ambiental, guardianes ambientales de Bogotá, funcionarios de la Secretaría Distrital del Ambiente, educadores, ingenieros y funcionarios del IDIPRON. Muchos subieron el cerro acompañados por sus hijos y mascotas.
Cultura ambiental
Para Wilfredo Grajales, el ejercicio de CERESA es gratificante porque se están formando cuidadores de los cerros de Bogotá. La experiencia ha sido muy buena, y próximamente se espera ampliar a 800 los chicos del IDIPRON en el convenio.
“Esta actividad va volviendo a los muchachos apasionados por lo ecológico; pasan en los cerros podando árboles, limpiando las malezas y con ello cuidan el medio ambiente. Ese es el ejercicio mayor. Si los bogotanos logramos adquirir conciencia ecológica y crear cultura ambiental, tomaremos las medidas necesarias para proteger los cerros y dar a esta urbe un buen aire”, sentenció el directivo.
Corresponsabilidad
La estrategia que brinda el IDIPRON a los beneficiarios es conseguir este tipo de convenios para lograr unos recursos y poderles dar un apoyo.
“Ellos vienen dos o tres días a la semana y los otros días estudian en nuestras unidades o eligen formarse en talleres; otros hacen su proceso sicosocial o resuelven problemas sociolegales de documentos, y reciben un estímulo de corresponsabilidad por lo que están haciendo. Cada mes se les entregan unos recursos para el transporte y la alimentación; si necesitan un techo, también se les brinda. Se busca que ellos puedan estar tranquilos en su proceso de recuperación y brindarles una oportunidad para que se integren a la sociedad como personas de bien y productivas”, explicó Grajales Rosas.
Y agregó que el IDIPRON quiere que estos jóvenes “sean buenos padres de familia, que puedan cuidar a sus hijos, porque muchos ya son padres o madres de familia y puedan vincularse luego laboralmente”.
En, resumen, afirmó el director, “los convenios del IDIPRON permiten que, de manera concreta, los muchachos puedan resolver su día a día, ayuden a su mamá y sean útiles a la sociedad. Por supuesto, que la deben luchar, y para lograrlo tenemos a un equipo de educadores que, para mí, son un ‘milagro del amor’. Puedo afirmar que queremos a estos muchachos como nuestros hijos y hacemos lo necesario para sacarlos adelante”, aseveró Wilfredo Grajales.
Finalmente recordó que “Bogotá hace su mejor ejercicio con el IDIPRON, al permitir que exista este tipo de estrategia para muchachos que han estado en calle o están en riesgo o se encuentran en situación vulnerables”.
Un beneficiario
Wilson Parada Narváez empezó en el convenio el 15 de enero de 2018.
“Me alegra que desde que iniciamos solo 84 compañeros hayan aumentado a 401. Hoy estamos acá sembrando vida para que los bogotanos respiren mejor. Este convenio es un apoyo para nosotros, los jóvenes que hemos caído en malos pasos, en las drogas y el IDIPRON está ahí para apoyarnos. También es para concientizar a los niños, jóvenes y adultos, de que sembrar un árbol genera un mejor ambiente para todos”.
A tres días de celebrarse el Día Mundial del Medio Ambiente, 401 jóvenes del Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (IDIPRON), se ‘regaron’ en el Centro de Restauración Ambiental de los Cerros Orientales –CERESA, para plantar 5.000 árboles de especies nativas que buscan devolverle a la ‘Pacha Mama’ la vida y mejorar el aire que se respira en Bogotá.
El proyecto ambiental es liderado por la Secretaría Distrital del Ambiente, el IDIPRON y la Alcaldía Local de San Cristóbal, donde está situada la Serranía del Zuque, sector donde se llevó a cabo la Plantatón. El objetivo del convenio, que inició en 2018, es la construcción del segundo vivero más grande de Bogotá, con una producción anual de 100.000 plántulas nativas, con el fin de reemplazar el retamo espinoso y liso invasivo en 80 hectáreas de los cerros, desde Usaquén hasta Usme.
Todos los días, los jóvenes del IDIPRON suben al cerro para hacer labores de poda, siembra y atender el vivero.
“CERESA funciona en una Unidad del IDIPRON para proteger los cerros de Bogotá. Durante muchos años, el retamo invadió los cerros orientales generando una grave problemática ambiental que se aprecia más en verano, cuando muchos de estos árboles se prenden como si fueran paja seca, porque son muy combustibles y originan incendios forestales”, explicó el director del IDIPRON, Wilfredo Grajales Rosas.
La Plantatón contó con la presencia de la Policía Ambiental, guardianes ambientales de Bogotá, funcionarios de la Secretaría Distrital del Ambiente, educadores, ingenieros y funcionarios del IDIPRON. Muchos subieron el cerro acompañados por sus hijos y mascotas.
Cultura ambiental
Para Wilfredo Grajales, el ejercicio de CERESA es gratificante porque se están formando cuidadores de los cerros de Bogotá. La experiencia ha sido muy buena, y próximamente se espera ampliar a 800 los chicos del IDIPRON en el convenio.
“Esta actividad va volviendo a los muchachos apasionados por lo ecológico; pasan en los cerros podando árboles, limpiando las malezas y con ello cuidan el medio ambiente. Ese es el ejercicio mayor. Si los bogotanos logramos adquirir conciencia ecológica y crear cultura ambiental, tomaremos las medidas necesarias para proteger los cerros y dar a esta urbe un buen aire”, sentenció el directivo.
Corresponsabilidad
La estrategia que brinda el IDIPRON a los beneficiarios es conseguir este tipo de convenios para lograr unos recursos y poderles dar un apoyo.
“Ellos vienen dos o tres días a la semana y los otros días estudian en nuestras unidades o eligen formarse en talleres; otros hacen su proceso sicosocial o resuelven problemas sociolegales de documentos, y reciben un estímulo de corresponsabilidad por lo que están haciendo. Cada mes se les entregan unos recursos para el transporte y la alimentación; si necesitan un techo, también se les brinda. Se busca que ellos puedan estar tranquilos en su proceso de recuperación y brindarles una oportunidad para que se integren a la sociedad como personas de bien y productivas”, explicó Grajales Rosas.
Y agregó que el IDIPRON quiere que estos jóvenes “sean buenos padres de familia, que puedan cuidar a sus hijos, porque muchos ya son padres o madres de familia y puedan vincularse luego laboralmente”.
En, resumen, afirmó el director, “los convenios del IDIPRON permiten que, de manera concreta, los muchachos puedan resolver su día a día, ayuden a su mamá y sean útiles a la sociedad. Por supuesto, que la deben luchar, y para lograrlo tenemos a un equipo de educadores que, para mí, son un ‘milagro del amor’. Puedo afirmar que queremos a estos muchachos como nuestros hijos y hacemos lo necesario para sacarlos adelante”, aseveró Wilfredo Grajales.
Finalmente recordó que “Bogotá hace su mejor ejercicio con el IDIPRON, al permitir que exista este tipo de estrategia para muchachos que han estado en calle o están en riesgo o se encuentran en situación vulnerables”.
Un beneficiario
Wilson Parada Narváez empezó en el convenio el 15 de enero de 2018.
“Me alegra que desde que iniciamos solo 84 compañeros hayan aumentado a 401. Hoy estamos acá sembrando vida para que los bogotanos respiren mejor. Este convenio es un apoyo para nosotros, los jóvenes que hemos caído en malos pasos, en las drogas y el IDIPRON está ahí para apoyarnos. También es para concientizar a los niños, jóvenes y adultos, de que sembrar un árbol genera un mejor ambiente para todos”.
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